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Se inicia un proyecto de investigación a través de la reflexión, proponiendo esta misma como única intención. Encontrar el sentido visceral o sinceramente humano de “hacer algo“ es casi imposible en este espacio-tiempo, el consumo es protagonista o personaje secundario en casi  todas las reuniones, conversaciones, espacios. Las mismas relaciones sociales, objeto de consumo, cosificadas y cosificantes, “la procesión va por dentro”, hasta hablar de la emoción tiene una serie de códigos decididos por terceros, terceros a los que pagar de alguna forma. La psicóloga, la copa, la música, las redes. El mundo es tu peli favorita, las personas, los actores que mejor encajan. El pensamiento evoluciona, filosofías del siglo XXI y perversiones de todo tipo observando el comportamiento humano dictan nuevos “bien” y nuevos “mal”. Los vínculos sociales como objeto de deshecho, creyendo en una cinemática “libertad” de elección, ¿o consumo?
Entre tantas necesidades, no hay nada, no hay control que alcance, ni objetos suficientes o suficientemente ella, para identificarse, porque tiene que ¿identificarse?, ¿ser un algo que venderle a alguien?, ¿comprarse a sí misma? La compra como método de supervivencia. La indústria de la moda, paralelismo entre esta y las relaciones sociales como compra-ventas. Una búsqueda de la capacidad mínima para dormir y despertar, con más sentido que formar parte de una cadena de consumo. Pero evidentemente, desde dentro de ella. 

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